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Crónicas del cruce documentado

Se trata de aprovechar las ventajas que representa ser vecinos de un país como Estados Unidos.

El Colef
El Colef El Colegio de la Frontera Norte

por El Colef

16/12/2025 16:30 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 16/12/2025

Víctor Alejandro Espinoza*  

Para una buena parte de los fronterizos el cruce hacia el vecino país es un referente identitario. Ir al "otro lado" se vuelve un acto compartido que se interioriza como algo normal en la vida cotidiana. Se trata de aprovechar las ventajas que representa ser vecinos de un país como Estados Unidos. Muchos de los que cruzan lo hacen porque van a trabajar, a estudiar, de shopping -una expresión coloquial en el norte mexicano-. Otros más a visitar a la parentela o a los amigos que se fueron a vivir el "sueño americano".

Hace un par de años emprendí un proyecto editorial que ahora ve sus frutos. Ante la proliferación de estudios y trabajos sobre el fenómeno de la migración indocumentada, decidí llevar a cabo una obra colectiva que recuperara las experiencias del cruce documentado. Esa actividad tan normal para los que vivimos en el límite entre dos países, pero que involucra experiencias de toda índole. 

Realicé una amplia invitación a escritores, académicos, funcionarios y poetas. El objetivo era que escribieran y describieran su experiencia sobre el tiempo en el que "hacen fila" para cruzar al país vecino. Sentimientos, percepciones, visiones, remembranzas, reacciones sobre lo que han visto y vivido en esas horas en el automóvil o en el cruce peatonal. Se trataba de escribir una crónica personal y a la vez social y cultural; un escrito breve en primera persona del singular.
Finalmente, pude reunir 37 testimonios, 5 de ellos poemas y que juntos configuran una obra, para mí, extraordinaria: 26 hombres y 11 mujeres, respondieron a mi llamado y hoy ha nacido bajo el sello editorial de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, nuestro libro: "Tiempo de espera. Crónicas del cruce documentado.

Me permito reproducir un fragmento de mi crónica que titulé "Tiempo de espera". "La frontera, la línea, la mojonera vital para los que nacimos o crecimos en el límite de los dos países (...). Crecí en la avenida México, la última calle de nuestro país colindante con Estados Unidos. El débil cerco que nos separaba del "otro lado", apenas era perceptible para los niños que todas las tardes lo traspasábamos para ir a jugar a una gran planicie en la que no nos sentíamos indocumentados. Era la extensión de nuestros patios. Ahí transcurrimos buena parte de nuestra existencia. La banda de chamacos nos hacíamos llamar los Vikingos.

El "otro lado" quedaba muy lejos de nuestra cotidianidad. Las compras inevitables desde San Diego o más allá, se hacían por catálogo de la Sears o JC Penney. Pero a diario cruzábamos a las tienditas de Tecatito. Ahí se compraba la leche, unos pasteles fríos forrados de betún blanco y la deliciosa nieve en galón o unas paletas de agua: unos cilindros que se aplastaban por la parte de abajo y les iba saliendo nieve de naranja (...).

La casa materna se mudó por exigencias del crecimiento de la aduana al Callejón Madero. A unos 300 metros de la entrada a México y a 500 metros del punto de revisión en automóvil o a pie hacia el "otro lado". Ya nada queda del bucólico cruce donde todos conocíamos a los aduanales de ambos lados. Ya no está el cabo Chanitas y otros aduanales que nos hacían el 'paro' para internar mercancías gringas. Ahora se habla de filas de horas. En la frontera del lado americano han prosperado los estacionamientos que, por cinco dólares, permiten a cientos de personas estacionar sus autos mientras cruzan a pie por la mañana para trabajar en San Diego y puntos intermedios...".

El cruce documentado se ha modificado durante las últimas décadas. Ahora muchos viven con la zozobra de perder su visa o de que cambien las políticas de nuestros vecinos y se establezcan más restricciones. Pero es inevitable, en el "otro lado" necesitan nuestra fuerza de trabajo y el consumo de los fronterizos que vivimos de este lado. Algún día deberán caer los muros y volver a un flujo menos estresante, más cordial, más humano. Bueno, se vale soñar en esta temporada navideña.

*  Presidente de El Colegio de la Frontera Norte. Correo electrónico: [email protected]. Twitter: @victorespinoza_ Página WEB: www.colef.mx/victoralejandroespinoza/