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La última del año: apuntes para no olvidar mañana

Isidro Aguado Santacruz Archivo

_"El olvido es la forma más eficiente de la derrota." — _Paul Ricoeur

Por Isidro Aguado Santacruz

Déjame empezar conversando contigo, lectora, lector, como se conversa en la mesa cuando el año se va y uno se queda con la sensación de haber vivido demasiado rápido. Si te pidiera que eligieras un solo acontecimiento de este 2025 para guardar en la memoria —uno, el más relevante—, ¿cuál sería? Yo he intentado responderlo y descubrí que el problema no es escoger un hecho, sino aceptar que vivimos una temporada en la que los hechos dejaron de ser "noticias" y comenzaron a comportarse como grietas: al principio parecen finas, casi invisibles; después, cuando la casa cruje, uno entiende que ya estaban ahí.

Cada cierre de año regresan los propósitos con su traje nuevo: "ahora sí voy al gimnasio", "este es el año en que cambio de trabajo", "por fin publicaré mi libro", "creceré académicamente", "mejoraré mi carrera profesional", "tendré un hogar", "ganaré mejor", "emprenderé por primera vez", "me casaré", "me jubilaré", "tendré hijos". Proyectos de vida, algunos luminosos, otros urgentes, que muchas veces se quedan a la mitad, como si el calendario fuera un corredor donde la voluntad se cansa antes que el tiempo.

De Marco Aurelio aprendí —leyéndolo no como consuelo sino como disciplina— algo que no es el tema de esta columna, pero sí su puerta de entrada: el mundo no se ajusta a nuestras expectativas; lo único que podemos ajustar es la postura con la que lo miramos. En Meditaciones insiste en que lo que nos hiere no es el hecho, sino el juicio; y que el juicio, por incómodo que sea aceptarlo, es una forma de poder íntimo. Quizá por eso, cuando la política se convierte en un teatro de ruidos, conviene volver a lo esencial: observar con rigor, nombrar con precisión y no confundir la costumbre con la normalidad.

Cerramos un año particularmente áspero para la democracia mexicana. No se consumó un quiebre explícito del orden constitucional, pero ocurrió algo más difícil de deshacer: se volvió rutina lo que antes habría provocado alarma. Reformas de gran calado, prácticas grises y decisiones institucionales que, vistas en conjunto, empujan una mutación profunda del sistema político. Al terminar diciembre me impongo este ejercicio: ordenar los episodios y personajes que —sin pedir permiso a simpatías— reorganizaron la conversación pública y dejaron consecuencias que no se irán con el brindis.

El capítulo más visible fue el estreno de la elección judicial. Más allá de los ganadores, dejó un precedente inquietante: la posibilidad de organizar comicios sin garantizar plenamente libertad e igualdad políticas. No fue solo un marco normativo endeble: también pesó la forma en que las mayorías dentro de las autoridades electorales, administrativas y jurisdiccionales, terminaron por tolerar o minimizar condiciones que debieron ser innegociables. La reducción de casillas, la geografía desigual, boletas complejas y una competencia más aparente que real prepararon el terreno para la distorsión mayor: los "acordeones". No fueron una anécdota; fueron el manual clandestino de una elección. Y lo más grave es lo que insinuaron: que muchos aspirantes llegaron a la contienda con la victoria ya escrita en papel ajeno, como si la ciudadanía solo hubiera sido convocada a validar un guion. Hubo quienes lo llamaron "descaro"; otros, "burla"; y afuera, no faltó quien mirara el episodio como prueba de degradación institucional, un espectáculo que daña reputación internacional y confianza doméstica al mismo tiempo.

Habrá que esperar a 2027 para que se renueve la Sala Superior y se cierre el ciclo de quienes aceptaron extender su encargo más allá de límites constitucionales. Antes, 2026 será decisivo por la renovación del Consejo General del INE: ahí se definirá si el árbitro recupera autoridad moral o si la pierde por desgaste.

Por eso este recuento va numerado: porque el país de 2025 se entendió, muchas veces, como un tablero de piezas moviéndose a la vista de todos.

(1) Claudia Sheinbaum. Si 2024 fue el año de la investidura, 2025 fue el año de la fricción. Sheinbaum se volvió el eje porque alrededor de ella se ordenan prioridades, costos y expectativas. En un país donde la conversación pública se presidencializa por inercia, todo termina pasando por la figura que gobierna: lo que sale bien se atribuye a conducción; lo que sale mal se cobra como responsabilidad. Su presencia fue referencia obligada incluso cuando la agenda intentó desplazarse hacia otros protagonistas. El dato político aquí es sencillo: cuando el centro se vuelve demasiado centro, el margen se radicaliza o se desespera.

(2) El nuevo poder judicial y los acordeones. La novedad no fue solo elegir jueces; fue la manera. Los acordeones circularon como atajo, como instrucción y, para muchos, como evidencia de que el resultado ya estaba decidido antes de la urna. Hubo sanciones discutidas, perdones polémicos y un mensaje corrosivo: la justicia comienza su nueva etapa con sospecha de captura. En democracia, eso es veneno lento: si el tribunal nace bajo duda, el debido proceso se siente promesa, y una promesa no sustituye un derecho. Además, la escena se volvió noticia fuera de México: no por admiración, sino como ejemplo de cómo un sistema puede exhibirse cuando la elección parece teatro.

(3) Ricardo Salinas Pliego y el pleito fiscal. En 2025 el empresario no solo protagonizó discusiones mediáticas: quedó en el centro de un conflicto por adeudos fiscales multimillonarios. En resoluciones y litigios ampliamente difundidos se habló de montos que alcanzan decenas de miles de millones de pesos: por un lado, se mencionó un requerimiento de alrededor de 51 mil millones; por otro, desde el gobierno se ha sostenido que el conjunto de adeudos en distintas instancias podría rondar 74 mil millones. Y también exhibió algo más incómodo: el enojo público no borra la obligación; tarde o temprano, el fisco cobra o el sistema se confiesa impotente. Esa es la prueba.

(4) La Inteligencia Artificial.
En 2023 la IA era promesa; en 2025 se volvió rutina. Ya no es conversación de especialistas: está en aulas, oficinas, campañas, propaganda y rumor. El debate migró de "qué es" a "quién la administra", "a quién beneficia" y "cómo manipula preferencias".

(5) Crecimiento moderado.
La economía no cayó en abismo, pero tampoco ofreció euforia. Ese "ni se hunde ni despega" es políticamente peligroso: erosiona paciencia y castiga a quienes viven al día. El problema del crecimiento lento es que no hace titulares positivos, pero sí hace titulares de desgaste: empleo precario, inflación percibida, consumo contenido, ansiedad. En ese escenario, el Estado puede optar por dos rutas: impulsar productividad y certidumbre, o administrar la narrativa hasta que el cansancio se vuelva resignación.

(6) Huachicol fiscal: contrabando, red y un apellido que quemó. Si antes "huachicol" evocaba tomas clandestinas, en 2025 el término se ensanchó: contrabando, evasión, facturación, redes, puertos, empresas pantalla y complicidades. Una de las historias más comentadas fue la que vinculó el esquema con sobrinos del exsecretario de Marina, Rafael Ojeda, señalados en investigaciones difundidas públicamente por presunto lavado, defraudación y operación de redes asociadas al llamado huachicol fiscal. Se habló incluso de una logística que habría usado rutas marítimas y múltiples ingresos de combustible. El tema encendió titulares, luego se fue apagando, como si el país se acostumbrara a que lo extraordinario dure lo que dura el escándalo.

(7) Teuchitlán, Jalisco: el terror.
Teuchitlán entró al año como referencia nacional por lo que obliga a discutir: capacidad del Estado, búsqueda de verdad y dolor social que no cabe en la etiqueta de "nota roja". Lo que se observó fue el miedo convertido en paisaje: hallazgos, testimonios, presión de colectivos, y al mismo tiempo intentos de reducir el impacto con fórmulas conocidas: "caso aislado", "ya se atiende", "no generalizar". La disputa no fue solo por los hechos, sino por el modo de contarlos.

(8) Capos en la mesa bilateral.
La presión desde Estados Unidos para trasladar o exigir entregas de figuras del crimen organizado se convirtió en debate político, no solo policiaco. La pregunta fue doble: qué información poseen y quién teme esa información.

(9) "La Barredora": el crimen con nombre propio.
En 2025 "La Barredora" no fue solo un grupo mencionado en nota roja: fue un personaje de la conversación nacional por sus implicaciones políticas. La polémica creció porque se vinculó mediáticamente con Hernán Bermúdez Requena, exsecretario de Seguridad en Tabasco, y porque el nombre de Adán Augusto López —hoy coordinador de senadores de Morena— apareció como punto de disputa pública: deslindes, señalamientos, defensas y exigencias de rendición de cuentas. Se habló de investigaciones y de un cerco institucional contra esa estructura criminal. Y también circuló una idea que, aunque todavía pertenece al terreno de la especulación política, se repite con fuerza: que la presión pública podría reacomodar piezas y mover cargos el próximo año.

(10) Marchas, bloqueos y "bloque negro"2025 fue un año de calle. Pero cada vez que aparecía el "bloque negro", el debate se desplazaba: la demanda pierde centralidad y el orden público ocupa la pantalla. El resultado es casi automático: la protesta se fragmenta, el gobierno gana margen para imponer su encuadre, y la conversación se llena de imágenes que reemplazan razones.

(11) León XIV: un cambio en Roma.
La muerte de un papa y la elección de otro no es una nota extranjera para un país mayoritariamente católico: es un giro simbólico que activa identidades, valores y discusiones morales. En tiempos de polarización, esos referentes sirven como puente para unos y bandera para otros. El efecto se siente en debates sobre educación, derechos, familia, y en la manera en que la política busca legitimidad moral cuando la legitimidad institucional se desgasta.

(12) Visas canceladas.
La cancelación de visados a figuras políticas se volvió un termómetro incómodo. En Baja California, el caso de Marina del Pilar detonó conversación por una razón simple: la falta de explicaciones precisas alimenta sospecha. En paralelo, se comentaron episodios en América Latina —incluido el señalamiento de medidas contra Gustavo Petro— bajo la lógica de "persona non grata", ya sea por faltas administrativas o por sospechas más graves.

(13) Ley de Amparo.
La reforma a la Ley de Amparo fue presentada como eficiencia, pero su lectura práctica encendió alertas: restricciones a suspensiones, mayor dificultad para frenar actos de autoridad y una sensación de desventaja para el ciudadano. Además, se discutieron cambios como la inversión de cargas probatorias en ciertos casos y figuras que parecieran permitir retroactividad disfrazada.

(14) Guardia Nacional y fuerzas armadas. La militarización dejó de ser "presencia en calles": avanzó hacia tareas de inteligencia, vigilancia civil e intervención en zonas que antes eran estrictamente civiles. El problema de fondo no es solo operativo; es constitucional: cuando el poder armado crece en funciones, crece también la pregunta por controles, transparencia y límites.

(15) Carlos Manzo.
Carlos Manzo fue asesinado, y su muerte transformó su causa en emblema. El mensaje que dejó el crimen fue tan político como trágico: quien levanta la voz puede ser silenciado. Y cuando se mata a un líder, no solo se apaga una persona; se altera el comportamiento social: miedo, rabia, radicalización, retraimiento.

(16) Generación Z.
Este fue el año en que la Generación Z se instaló de lleno en la conversación pública: una lucha por precariedad laboral, salud, vivienda inaccesible, inseguridad. A través de redes sociales, marchas, pronunciamientos.

(17) Salario mínimo y 40 horas.
El salario mínimo cerró el año en 278.00 pesos para la zona general y 419.88 para la frontera norte. Para 2026 se anunció un incremento adicional de 13%. En paralelo, se estableció la ruta para reducir gradualmente la jornada de 48 a 40 horas a partir de 2026, con meta hacia 2030.

(18) Agua y el Tratado de 1944.
La sequía del Río Bravo complicó la cuota de agua pactada con Estados Unidos desde 1944. Hubo amenazas de represalias comerciales desde sectores estadounidenses y presión política ligada a la administración Trump. México respondió con trasvases de emergencia desde presas de Chihuahua y Tamaulipas, detonando conflicto social con agricultores del norte.

En el escenario internacional, 2025 estuvo marcado por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, cuyo segundo mandato reactivó la confrontación con tribunales y medios, el uso de la Guardia Nacional en ciudades demócratas y una política migratoria y comercial más agresiva, impactando directamente a México en inversión, aranceles y seguridad. Su liderazgo mantuvo una aprobación frágil y una diplomacia de resultados irregulares.

En Medio Oriente, Ahmel al Sharah emergió como nuevo referente en Siria tras la caída de Bashar al Assad y protagonizó un hecho simbólico al visitar la Casa Blanca, primer líder sirio en hacerlo desde 1946. En América Latina, Javier Milei llegó a la mitad de su mandato con mayor peso legislativo pero obligado a negociar reformas polémicas; José Antonio Kast regresó al poder en Chile con 58%; el bloque de Evo Morales perdió por primera vez en 20 años; Luis Arce enfrentó procesos por corrupción; y Dina Boluarte fue revocada en Perú tras protestas por inseguridad.

El año también dejó caídas históricas: Jair Bolsonaro comenzó a cumplir una condena de 27 años por intento de golpe de Estado, lo que detonó tensiones comerciales entre Brasil y Estados Unidos con aranceles de hasta 50% que luego se atenuaron tras un encuentro entre Trump y Lula. Todo ello dibuja un mundo donde la legitimidad cambia de manos con rapidez y donde la democracia se ve presionada por liderazgos cada vez más confrontativos.

Cierro esta columna agradeciendo a quienes me leen y a este medio por acompañarnos durante todo el año. Les deseo un feliz año nuevo. Como lo he repetido en este espacio, 2025 nos obligó a cambiar de ritmo y 2026 nos volverá a poner a prueba. Nuestra tarea seguirá siendo mirar donde otros prefieren no mirar, nombrar lo que incomoda y caminar, una vez más, tras las cortinas del poder, incluso cuando el país real se confunda con ese país imaginario que también nos habita. Adaptarse al compás de la vida no es sencillo, pero en Cambio de Ritmo seguiré intentando no perder el paso..

Nos vemos en el 2026.

*_El columnista es académico y analista político, autor de los libros Un país imaginario y Tras las cortinas del poder. Escribe todos los martes y viernes, su columna, Cambio de ritmo._