12/08/2025 14:04 / Uniradio Informa Baja California / Columnas / Actualizado al 12/08/2025
_"La pobreza no consiste sólo en la falta de ingresos, sino también en la ausencia de oportunidades para participar plenamente en la vida económica, social y cultural."_
_Amartya Sen
Por Isidro Aguado Santacruz
En una colonia popular de Tijuana, Ana, madre soltera de dos hijos, inicia su día mucho antes del amanecer para abordar dos autobuses que la lleven a un empleo informal en un mercado local. Sin contrato ni prestaciones, con un ingreso que apenas le permite cubrir la canasta básica familiar, Ana representa la realidad cotidiana de millones en México: personas que trabajan sin derechos, luchando contra la precariedad mientras la ciudad a su alrededor parece crecer y modernizarse. Su historia es la del "otro México" que no se refleja en los discursos oficiales ni en los titulares de la prensa, pero que es urgente conocer para comprender la verdadera dimensión del país.
Según datos del primer trimestre de 2025, la pobreza laboral en México alcanzó su nivel más bajo desde que se tiene registro, situándose en 33.9%. Esta reducción, cercana a dos puntos porcentuales en comparación con el mismo periodo de 2024, indica un avance, aunque aún hay aproximadamente 44 millones de personas que no cuentan con ingresos suficientes para adquirir la canasta alimentaria para todos los miembros de su hogar. Es decir, pese a la mejora estadística, la vulnerabilidad sigue siendo alta y persistente.
La informalidad laboral, esa sombra que implica falta de seguridad social, prestaciones y estabilidad, afecta a más de la mitad de la población ocupada, con una tasa de 54.3%, ligeramente menor a la del trimestre previo. Este fenómeno presenta variaciones regionales que hablan de las desigualdades estructurales del país: en regiones con economías más desarrolladas, como Baja California y Nuevo León, la informalidad ronda entre 32 y 37%, mientras que en zonas con mayor rezago económico como Puebla, Guerrero y Oaxaca supera el 70%. Esto evidencia que la riqueza y la formalidad no se distribuyen de manera homogénea.
Además, la pobreza laboral tiene rostro de mujer. En todas las entidades del país, más mujeres que hombres viven en pobreza laboral, con una proporción de 113 mujeres por cada 100 hombres en esta condición. Estados como Jalisco muestran brechas aún más pronunciadas, con 127 mujeres afectadas por cada 100 hombres en pobreza laboral. Esta desigualdad de género profundiza la precariedad y limita las oportunidades de desarrollo para millones de mexicanas.
La reciente extinción del CONEVAL y la transferencia de sus funciones al INEGI generan un ambiente de incertidumbre en cuanto a la continuidad, transparencia y rigor metodológico en la medición de la pobreza. El CONEVAL, creado en 2004, fue un referente indispensable para evaluar la efectividad de los programas sociales y garantizar una evaluación independiente. Ahora, sin una legislación secundaria clara, el país enfrenta el riesgo de perder la brújula crítica que orientaba las políticas públicas para combatir la pobreza.
Por otro lado, la inflación golpea fuerte a los bolsillos de las familias mexicanas. En julio de 2025, la canasta básica urbana experimentó incrementos significativos: el precio del bistec subió 18%, la leche 8.3%, y los gastos en comida fuera del hogar crecieron casi un 8%. En las zonas rurales, la carne molida fue uno de los productos con mayor alza. Estos incrementos reducen el margen para ahorrar, invertir en educación o salud, y hacen aún más difícil salir de la pobreza.
En comparación internacional, países como Uruguay han logrado disminuir la informalidad a niveles inferiores al 30% mediante políticas integrales de formación, fiscalización y estímulos económicos. Alemania mantiene la pobreza laboral en torno al 15% gracias a su sistema robusto de protección social y a la negociación colectiva que promueve empleos dignos. Incluso en América Latina, economías en desarrollo como Colombia avanzan con reformas que mejoran la formalización y las condiciones laborales.
El panorama económico nacional también refleja un retroceso en la formalidad empresarial. El último censo económico mostró un incremento de la informalidad y una disminución en las unidades económicas formales al comparar 2018 con 2024. Esta tendencia afecta directamente la capacidad del país para generar empleos con derechos y prestaciones. Mientras el Impuesto Sobre la Renta (ISR) se mantenga en niveles elevados y la carga fiscal sea alta, el incentivo para la formalización seguirá siendo limitado.
Además, la brecha económica entre regiones se mantiene. Guanajuato, por ejemplo, experimentó un crecimiento económico del 46% entre 2018 y 2023, consolidándose como una zona económica con fuerte atracción de inversión, independientemente del partido político en el poder. Sin embargo, esta prosperidad no se replica en otras partes del país, donde la pobreza y la informalidad dominan el panorama laboral.
Los programas sociales, si bien son un alivio para muchas familias, representan en promedio solo un 17% del ingreso en los hogares más pobres, y en conjunto con las transferencias (becas, pensiones, remesas), cubren menos de la mitad del aumento en el costo de vida. Cerca del 36% de la población vive en condiciones de pobreza, vulnerable ante cualquier aumento en precios de alimentos o servicios básicos, lo que revela la fragilidad del sistema social.
La discusión sobre reducir la jornada laboral a 48 horas semanales en México debe ir acompañada de un compromiso serio para mejorar los salarios, ampliar la formalización y garantizar derechos laborales. Sin un entorno que promueva la productividad, la inversión y la justicia fiscal, cualquier ajuste en las horas trabajadas será insuficiente para combatir la pobreza estructural.
La historia de Ana en Tijuana, como la de millones, revela un México que progresa en cifras pero que aún enfrenta la persistencia de desigualdades profundas. Si queremos un país unido y justo, debemos construir un mercado laboral que otorgue dignidad y oportunidades reales, no solo números alentadores. El verdadero reto es transformar el rostro invisible de la pobreza en una realidad con oportunidades palpables para todos.
Adaptarse al compás de la vida no es tarea sencilla; en Cambio de ritmo, intento no perder el paso. Que tengas un excelente inicio de semana lector.