Sócrates y el Chat GPT

Por: Edgar Antonio Madrid

El académico es Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Humanidades en CETYS Universidad Campus Tijuana.

Hace poco más de 20 años, José Orihuela, escribió un interesante artículo sobre los "nuevos paradigmas de la comunicación". Como introducción al tema, nos hacía saber que "en esta época de cambios vertiginosos impulsados por la revolución digital, es frecuente encontrar por igual a fascinados y a perplejos". Los fascinados, decía Orihuela, ven "inmensas posibilidades para el futuro"; mientras que los perplejos ven con preocupación que tiemblan los fundamentos de su "confortable seguridad del pasado". Cabe señalar que esta publicación del maestro Orihuela, enfocaba su atención en siete paradigmas comunicativos concretos: interactividad, personalización, multimedialidad, hipertextualidad, actualización, abundancia y mediación. 

Sin embargo, hoy en día, con la aparición de las llamadas inteligencias artificiales, algunos de estos paradigmas se han potenciado hasta alcanzar un nivel insospechado, desde la perspectiva de Orihuela. E incluso, se podría argumentar que la visión del autor enfocó su atención en el tema de la segmentación de la distribución y el acceso a la información; y que esta perspectiva contrasta con el carácter generativo de las inteligencias artificiales que se pueden consultar hoy en día en la red.

Se sabe que las inteligencias artificiales generativas funcionan mediante procesos de análisis de probabilidades de conexión entre información de inmensas bases de datos, muchas de los cuales se toman de la Internet. Es decir, estas inteligencias tienen grandes capacidades de análisis de bancos de datos, en busca de conexiones entre fragmentos de información (textual, auditiva, visual...), con la finalidad de generar nuevos productos informativos que retoman la información según las coincidencias estadísticas de los bancos de datos analizados.

Ante este panorama, vale la pena retomar una discusión que nos cuenta Platón en su diálogo intitulado Laques. En él, Lisímaco y Melesías, preocupados por la educación de sus hijos (Arístides y Tucídides, respectivamente), acuden a Nicias y Laques, en busca de orientación. Acuden a ellos, por razón de que ambos (Nicias y Laques) son generales atenienses de probada autoridad. Sin embargo, al iniciar su discusión, Laques sugiere consultar a Sócrates para dilucidar la temática, por razón de que él "se ha consagrado por entero a estas materias relativas a la educación de los jóvenes". Y así comienza su discusión en torno al valor de ciertos temas y habilidades, en la educación de los hijos.

Como podrá imaginarse, son muchas las ideas que se exponen en dicho diálogo. Sin embargo, para la presente reflexión nos interesa ubicar un momento concreto en que Lisímaco defiende la postura de que no habría habido mayor discusión si hubiese habido coincidencia en los argumentos de Nicias y Laques. Ante esto, Sócrates contraargumenta cuestionando los juicios que se fundamentan en coincidencias mayoritarias, por la sola razón de ser los juicios más numerosos o populares; y dice lo siguiente: "para juzgar bien, es preciso juzgar por la ciencia y no por el número".

Hoy, en tiempos de abundancia informativa, de generación de información a partir de inmensos bancos de datos, parece que seguimos orientándonos por el juicio de Lisímaco. Sin embargo, el sencillo argumento de Sócrates podría orientarnos para considerar que no hace más verdadero un argumento el que haya sido repetido por miles o millones de publicaciones, sea que se trate de un juicio instalado en la cultura, o de un juicio generado por las hoy llamadas inteligencias artificiales generativas (con todo y su basta potencialidad para el análisis de datos), pues, como reza el lema nacional de la República Checa: "la verdad prevalece". ¿Qué piensa usted?

Referencias

Orihuela, J. (2002). Internet: Nuevos paradigmas de la comunicación. En Revista latinoamericana de comunicación CHASQUI. No. 77. Disponible en https://www.redalyc.org/pdf/160/16007702.pdf

Platón. (2019). Diálogos. México: Editorial Porrúa.