
por Alberto Elenes
29/04/2025 08:00 / Uniradio Informa Baja California / Reportajes especiales / Actualizado al 29/04/2025
TIJUANA.- El océano no tiene fronteras... y por lo visto, la contaminación tampoco.
La crisis que se vive en las playas del sur de California tiene su origen, en gran parte, al sur de la línea divisoria. En Tijuana, donde las aguas negras, los plásticos y los residuos mal manejados están impactando no solo al medio ambiente, sino también la salud pública y la vida marina... en ambos países.
Donde se une el mar con la frontera, también se mezclan los problemas: las aguas negras siguen contaminando las playas y afectando a quienes viven de ellas y a quienes vienen a disfrutarlas.
Desde hace décadas, las costas de Baja California arrastran un problema que se ha vuelto crónico: el colapso en su infraestructura para tratar las aguas residuales. A pesar de proyectos binacionales, la realidad en calles, arroyos y playas sigue oliendo a descomposición.
"Ya rebasamos en algunos puntos la capacidad de carga, de poder limpiar todo nuestro chochinero, de poder disipar los niveles de contaminación que nosotros los humanos estamos arrojando a los diferentes ecosistemas", señaló Rosario Norzagaray, gerente de Residuos Marinos en Costa Salvaje.
Hay colonias asentadas sobre taludes, sin drenaje, cuyos desechos van directo a los arroyos y de ahí, al mar.
"Primero llega y se asenta la población y los servicios llegan después. Y luego, actualizar esta infraestructura a como va creciendo la población, tampoco ha sido muy eficiente", dijo.
La planta de tratamiento en San Antonio de los Buenos, en teoría, comenzará a operar en mayo, pero solo cubrirá una parte del problema.
"Solo estaría tratando un porcentaje de esa agua, 800 litros por segundo, cuando lo que corre son como 2,100 decían, no se, por segundo. Y la otra planta de tratamiento que está de lado americano, todavía no está lista", agregó Norzagaray.
La situación se agrava con cada lluvia. El agua pluvial arrastra todo a su paso: basura, desechos y residuos fecales que bajan por canaletas atascadas, como en el Cañón de Los Laureles, que conecta directamente con territorio estadounidense y desemboca al mar, contaminando las costas de ambos lados de la frontera.
"Yo tengo 14 años aquí. Todo el tiempo ha afectado. Las lluvias, el agua se llena. Aquí no puede caminar. De todo trae el agua del drenaje. Todo el tiempo está tapado el drenaje ahí", refirió Martha Alicia, residente del Cañón de Los Laureles.
"Se enferma cada rato uno." — ¿Qué tipo de enfermedades? - "Gripa, dolencia, así", comentó José Moreno.
A pesar de todo, muchas familias siguen visitando la playa, aun sabiendo que podrían estar arriesgando su salud.
"Pues sí, claro que sí me preocupa, me interesa y pues sí me gustaría que hicieran algo sobre esto", mencionó Karla Durón.
"El peligro que los puede hacer daño en la piel... puede ser la contaminación... puede ser el agua que está sucia, ahora sí", apuntó Maricela García.
En cada visita, la gente sigue enfrentando olores insoportables, escurrimientos visibles y un mar que ya no es sinónimo de bienestar.
"Solo la alerta de Cofepris y la calidad del agua es sobre microbiología, es sobre un indicador de enterococos, microbiológico, bacteriológico de contaminación fecal, eso es lo que nos indica. Es un indicador solo de la carga bacteriana, no medimos otros contaminantes, entonces, es como nuestra alerta. Puede causar infecciones gastrointestinales, en la piel, en los ojos, hasta respiratorias", afirmó Carmelo Zavala, director del Centro de Innovación y Gestión Ambiental (CIGA).
La contaminación ya no está solo en el mar. Está en el aire, en la calle, en lo que respiramos y tocamos.
Y mientras no haya un manejo integral, binacional y urgente, la línea fronteriza seguirá dividiendo países, pero no podrá detener las olas de un problema que nos afecta a todos.